El Carnaval de Barranquilla, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por declaración de la Unesco, es una fiesta que trasciende las fronteras nacionales, reitero, es un patrimonio de la humanidad, hace parte de la cultura universal y es manifestación de una cultura de la paz.

‘En el Carnaval todo se vale’ es un refrán popular que expresa la sabiduría del pueblo de la región Caribe, y que no puede ser interpretada como la autorización de cometer todo tipo de desafueros en contra de las leyes y las buenas costumbres; por el contrario, predica la más amplia libertad individual para que el ingenio humano haga presencia en el espacio público con el fin de darle rienda suelta a la alegría, la imaginación y el disfrute dentro de la más amplia tolerancia y respeto al otro.

Es una fiesta de la región Caribe, no solamente de la colombiana, también de la continental, no en vano, Barranquilla es la Puerta de Oro de Colombia y una de las capitales culturales del Gran Caribe.

Nuestra fiesta es una obra de la cultura que nace del ser Caribe, donde su espíritu sale a la luz y pone de manifiesto cómo el mestizaje, la plurietnia y la multiculturalidad constituyen la base de la convivencia. Mientras en Medio Oriente las relaciones entre árabes y judíos son conflictivas, en el Caribe son tranquilas y no solo entre ellos, sino entre negros, blancos e indígenas, lo que no significa que no hayan diferencias entre grupos raciales, existen, pero se tramitan en paz.
Al lado del espíritu del carnaval está la libertad con la más amplia igualdad entre diferentes y la inclusión. En esta fiesta en la que todo lo humano es permitido, respetado y promovido, se sigue la filosofía antigua de Publio Terencio Africano, descrito en la comedia “El enemigo de sí mismo”, en la que el personaje Cremes para justificar su intromisión exclama: “Homo sum, humani nihil a me alienum puto”, proverbio latino que significa “hombres somos y nada humano me es extraño”.

La libertad y la igualdad en el trato entre diferentes no permiten que en el Carnaval de Barranquilla se establezcan discriminaciones entre seres humanos por sus preferencias sexuales. Desde su nacimiento, la presencia de la comunidad LGTBI constituye un bastión muy fuerte del patrimonio cultural que simboliza el rescate de lo diverso que contrarresta la mentalidad machista del patriarcado de la sociedad humana.

Se puede afirmar que la máxima de que en ‘Carnaval todo se vale’ fue una especie de grito de libertad y rebeldía en contra de la opresión a los homosexuales y una mirada de simpatía con sus derechos y un llamado a la sociedad para su inclusión y respeto.

Finalmente, la cultura de paz del Carnaval de Barranquilla le cierra el paso a lo trágico, a lo reverencial, a las jerarquías y al lenguaje acartonado y rígido y le ofrece a la risa y lo cómico su ingreso donde la sátira y la crítica no dejan títeres con cabeza. Aquí se le rinde culto a la desmesura del realismo mágico de la cultura Caribe en la que la vida se burla de la santidad de la muerte y la vence con la Danza del Garabato y Joselito Carnaval resucita al año siguiente para ver las Danza del Torito Ribereño y tomar Águila sin igual y siempre igual como desde los bordillos la degustaba Álvaro Cepeda Zamudio y García Márquez escuchando a Toto La Momposina y Joe Arroyo bajo el embrujo de “Te Olvidé”.

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