Qué difícil es para nosotros arriesgarnos, intentar, luchar. La mayoría de las veces por miedo, por pura cobardía. Siempre se ha dicho “el que no arriesga no gana” pero…¿ y si se cambia esa frase a un “el que no arriesga no aprende” ?. Siempre que se arriesga se debe tener en la mente las probabilidades que se pueden presentar; puede que todo salga como se espera o mejor, como también puede que todo salga mal y si es el caso pues magnífico,se aprende y en en su defecto nos queda una gran experiencia ya sea para contarla o simplemente tenerla en cuenta.
Que rico es cuando nos arriesgamos por lo que realmente queremos, sólo imagínate cumpliendo cada uno de tus sueños, llegando a donde siempre has querido, pero es aún más rico decir: “no lo logré pero me arriesgué” se siente una satisfacción con uno mismo realmente gratificante.
La vida es de riesgos, aunque suene cliché. Sí siempre estás previniendo que pase algo o evades las cosas para no pasar malos ratos estás viviendo con temor, es decir, no estás disfrutando en lo absoluto la vida.
Qué hermoso sería también decir: “caí y me levanté” y qué dicha poder decir que todo lo que lograste en tu vida fue por tomar riesgos, por superar malos ratos y por realmente VIVIR.